miércoles, 3 de octubre de 2007

INCONEXAS

Cuando desperté por la noche
ya tus labios no estaban en el mismo lugar...
besaban mis ojos.
Era extraño el brillo de la noche;
azul lo denominé.
En ese instante azulado
el brillo de la tiniebla,
que se metía por la ventana cerrada,
daba en mi cuerpo
coloraciones nuevas,
primerizas.
Vibraciones en la espalda
despertaban mis sentidos
nocturnos.
El reloj de saliva se agotaba
mientras las horas de miel
pasaban entre lingotes de espera.
Ese tiempo me cegaba cada vez
que el sol se aparecía en noches
tan utópicas como esa.
Hoy sentado espero,
con cigarrillo en mano,
por supuesto apagado
la visita seductora
del espíritu dormido
que despierta a mi lado,
cada vez que así lo desea
entre frío y escalofríos,
entre sueño y terror.
Que más da
la distancia presente
si sabemos
que, como arena, llegaremos
al mismo puerto,
a la misma playa verde miedo,
al mismo lugar que soñamos
eterno, al lugar del si y del no;
hogar de la duda
y las situaciones brutales.
Mañana...
cerraremos los ojos
y despertaremos hoy como si nada,
cuando esta mañana te bese
sabrás todo lo que te prepararé.
Autor: jaragon

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